La planificación de la entidad blanca ha sido algo distinta a lo habitual. No ha habido gira internacional, ni concentración larga, ni Trofeo Santiago Bernabéu. Apenas dos semanas de entrenamiento en Valdebebas, un único torneo (Mundial de Clubes) y directo a la competición doméstica. Una decisión que parece no haber gustado en el club debido al poco tiempo del que dispone para planificar, junto al escaso margen para poder llegar a punto. El técnico tolosarra ha aumentado la intensidad en los entrenamientos, poniendo el foco en la presión sin balón y en el aspecto físico, apretando en esta recta final antes de medirse al Osasuna.
Por su parte, el Real Madrid llega a este último amistoso de pretemporada con varias ausencias importantes como son las de Camavinga, Valverde, Bellingham, Mendy o Endrick, quienes no han viajado por molestias o procesos de recuperación. Estas abren la puerta a los más jóvenes o a los recién llegados, con gran presencia de los canteranos en la lista de convocatoria. Álvaro Carreras podría debutar en el lateral izquierdo, y desde el filial se hacen hueco en la primera plantilla Thiago Pitarch, Roberto Martín y Diego Aguado.
El once probable combina estrellas y novedades: Courtois en portería; Carvajal, Militao, Huijsen y Carreras en defensa; Tchouaméni, Arda Güler y Brahim en la medular; y arriba, Mbappé, Vinicius y Gonzalo. Una alineación que podría acercarse al que sería el titular para el técnico tolosarra a lo largo de la temporada y que mañana podrían ser los elegidos para arrancar de inicio en el que será el último encuentro antes del inicio de Liga.
El plan es claro, volver de Austria con sensaciones positivas, sin lesiones y con las pilas cargadas. Porque la próxima vez que el Madrid salte al césped ya no habrá red de seguridad. Será competición oficial, puntos en juego y la obligación de empezar a toda velocidad. Innsbruck es, por tanto, el último peaje antes de lanzarse a por el primer objetivo del curso: conquistar LaLiga.