Opinión: Lamine Yamal incendió El Clásico y se quemó

Lamine decidió incendiar el Clásico… y se quemó. El 10 del Barça recibió una cura de humildad en el Santiago Bernabéu.

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Hay gigantes que yacen dormidos y es mejor no llamar su atención. El Real Madrid venía de ser superado por casi todos los equipos grandes, especialmente por el Barça. El conjunto blanco no encontraba la manera de sobreponerse a los culés.

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Lamine se divertía y se pasó de frenada ante los micrófonos. Y no hay nada peor que hablar de más cuando se trata del Real Madrid. Que se lo pregunten a Guardiola y aquellos de «los atletas» o a Rummenigge y «los árboles».

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Las palabras del internacional español extramotivaron a un vestuario que ya se había marcado el Clásico como el punto de inflexión.

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Si en la previa pedia que los jugadores defendiesen la camiseta y el club con sangre en los ojos y el cuchillo entre los dientes, lo que hicieron el domingo fue una muestra perfecta de ello. Del minuto 1 al 95 no hubo más que hambre de victoria.

El Santiago Bernabéu se contagió de una energía ya conocida, esa que lo envuelve todo en los partidos grandes. Y cada uno de los futbolistas, alentados por una afición conectada desde el himno, dió su mejor versión. Una conexión que el madridismo echaba de menos, que no se vivía desde la temporada 23/24. El primer gran partido de Xabi Alonso al frente de su proyecto.

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Lamine consiguió que las dudas y los miedos se despejasen a través de las ansias de dar una lección sobre el césped. Y de repente el Real Madrid volvió al camino que quiere transitar. Aplastó al Barça en lo futbolístico, en cada acción, en cada duelo. El resultado se quedó corto, pero la sensación fue de una superioridad evidente.

Y entre tanto Lamine impotente sobre el verde. «Sólo pases hacia atrás» le decía Vini sonriendo mientras sacaba a bailar a Koundé en cada acción.

Tras el pitido final fue el turno de Carvajal. El capitán y compañero de selección de Lamine le advirtió «hablas mucho». El incendio ahora quemaba en el 10 azulgrana que se citaba fuera con el de Leganés, con Courtois y Vinícius que no querían perderse la fiesta.

Lamine abandonaba el Santiago Bernabéu con una lección aprendida. Mientras recorría el camino al vestuario los jugadores del Real Madrid celebraban algo más que 3 puntos. Y es que cuando juegas con fuego hay posibilidades de que te quemas, pero cuando juegas con el Real Madrid casi siempre lo haces.

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