El cancerbero afronta una nueva temporada con el convencimiento de que apenas va a sumar minutos
En el Real Madrid se vive muy bien. Hecho irrefutable. Muy pocos jugadores deciden marcharse ‘motu proprio’. Los salarios boyantes en lo económico, el escaparate mundial y la solera del escudo se perfilan como las tres razones principales. Cualquier futbolista sueña con jugar en el club de las 15 Copas de Europa. Andriy Lunin no es la excepción.
«En el Real Madrid siempre estoy contento. Claro que me quiero quedar«, afirmó el guardameta ucranio, en Valdebebas, a principios de agosto. Su intención, por tanto, se ha cumplido. Va a cumplir un curso más en la capital de España tras hacer caso omiso a un manojo importante de ofertas.
Receptivo a asumir de nuevo el papel de segundo portero, Lunin podría haber recalado fácilmente en un equipo de menos entidad para, de esta forma, llevar el sello de titular indiscutible. Pero mantuvo firme la decisión de continuar. Y ya no hay opción de recular al pasado. No le preocupa ni un ápice.
El internacional con Ucrania aspira a disputar la Copa del Rey. Al menos, las eliminatorias más prematuras. Cuando llegue el tramo mollar, Thibaut Courtois retornaría bajo palos en la competición del KO. Un torneo que no arranca en clave blanca hasta el mes de enero, por lo que Lunin tendrá un epílogo de año peliagudo.
Salvo que Courtois caiga lesionado, Andriy permanecerá en el banquillo. En el ejercicio 2024/25, con el belga en el sanatorio, fue de la partida en un total de 14 encuentros. El balance, positivo: diez triunfos, dos derrotas y dos igualadas. Eso sí, acabó en la picota en sendos traspiés.
Lunin, que aterrizó en el Real Madrid en 2018, saltó al estrellato en el camino hacia a la ‘Decimoquinta’, toda vez que sus paradas antológicas arreglaron el entuerto en los momentos de máxima dificultad. En Mánchester dan fe de ello. Sobre todo, Pep Guardiola. Lo sufrió en sus propias carnes.