Kylian Mbappé, que llegaba lanzado a Anfield con 18 goles en 15 partidos, firmó su actuación más discreta con el Real Madrid en lo que llevamos de temporada
El Real Madrid tropezó en Anfield en una de esas noches que exigen carácter y precisión. Cayó 1-0 frente al Liverpool en un partido tenso, eléctrico, con aroma a clásico europeo, y en el que Kylian Mbappé se marchó sin dejar rastro. El francés, referencia ofensiva indiscutible durante el arranque de temporada, no encontró espacios ni ritmo. Fue un encuentro en el que su zancada no asustó, sus diagonales no hicieron daño y sus apariciones se disolvieron entre la presión británica y la falta de conexión ofensiva del equipo.
Hasta esta cita, Mbappé había sido el gran argumento ofensivo del Real Madrid. Sus cifras —18 goles en 15 partidos— hablaban de un futbolista desatado, en plena comunión con su entorno y con la afición. Sin embargo, en Anfield todo se detuvo. Ni su arrancada explosiva ni su olfato bastaron ante una defensa que lo sujetó con orden y ayudas constantes. Por primera vez en meses, el francés se marchó sin un solo disparo claro y con la sensación de haber estado lejos del foco competitivo que lo había acompañado desde agosto.
El Liverpool frena la dinámica goleadora de época de Mbappé
Hasta este partido, Mbappé venía firmando una temporada que rozaba lo descomunal. Había marcado en prácticamente todos los duelos ligueros y continentales, convertido en el gran peso ofensivo de un Madrid que fluía al ritmo de su velocidad. Sus cifras —18 goles y 6 asistencias en 15 encuentros— hablan por sí solas. Estaba fresco, fino y con una confianza desbordante, capaz de decidir partidos con una acción aislada.
El francés había encontrado equilibrio: menos ansiedad, más eficacia. Su evolución se notaba en los pequeños detalles, en los rasgos que mostraban a un futbolista en plenitud. El propio vestuario reconocía que Kylian había dado un paso adelante en compromiso táctico y madurez competitiva. Pero el fútbol no siempre entiende de inercias, y Anfield se encargó de recordárselo.
Anfield, un golpe moral
El Liverpool lo leyó a la perfección. Mbappé apenas tocó una decena de balones útiles en el primer tiempo, todos lejos del área, obligado a girar o descargar sin posibilidad de encarar. No tuvo un solo disparo claro y su lenguaje corporal lo delató: la frustración crecía a medida que el reloj avanzaba.
En la segunda parte, Xabi Alonso trató de liberarlo con un cambio de sistema, desplazando a Arda Güler al interior para atraer marca, pero el francés siguió aislado. Anfield fue una trampa perfecta para su estilo. El Real Madrid no logró romper la presión inglesa y Mbappé se quedó sin el espacio que convierte sus carreras en dagas. Fue un contraste brutal con la imagen imperial que había dejado días antes frente al Valencia.