En el Real Madrid tienen claro que si el gesto de Flick lo llega a hacer un entrenador del Madrid se habría armado la mundial. Es más, dentro del club se acordaron de Mourinho reconociendo que si ese gesto lo hubiera hecho el portugués cuando entrenaba a los blancos… se habría tenido que ir del país. Esto también lo comentaron varios madridistas en las redes sociales, porque se quedaron sorprendidos al ver periodistas y opinadores defendiendo la reacción del alemán.
Tras este comportamiento del entrenador del Fútbol Club Barcelona, ha quedado demostrado que no es tan caballero como algunos nos querían vender. Todo lo contrario, ha transmitido una imagen pésima para el fútbol. Ya no solo por protestar al colegiado y lograr la segunda amarilla, sino por el corte de mangas que, según él, no va por nadie, pero está en dirección a Gil Manzano.
Es curioso, porque en la temporada pasada Hansi Flick dijo que «no respetar a los árbitros es no tener fair play». Por esa regla de 3, el entrenador blaugrana carece de fair play. Por lo menos eso exteriorizó en el encuentro de ayer frente al Girona, al que ganaron sufriendo hasta el último minuto con mucha suerte, después de que el rival perdonase varios manos a manos.
Hansi Flick: “No respetar a los árbitros es no tener fair play”
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No hay solución
Lo que ocurre en este país con la doble vara de medir es algo que ya no sorprende en el Real Madrid. Siempre pasa lo mismo, se juzga de manera diferente lo que hacen en el Barcelona que lo que hacen en el club blanco. Hay un odio al mejor club del mundo que se debe en gran parte a la propaganda que han estado vendiendo algunos durante décadas. Es algo que no se puede consentir, pero es tarde para poder cambiarlo a corto plazo.

Del corte de mangas de Hansi Flick y el insulto de Raphinha prácticamente ni se va a hablar, pero si hubiesen sido Xabi Alonso y Vinícius Júnior, en algunas tertulias de televisión y de radio estarían hablando sobre este tema durante semanas. Guste o no, esto es lo que tenemos en España y así va a seguir siendo hasta que con el paso del tiempo las personas vayan entrando en razón.