La mayoría de las veces, el fútbol, como la vida, premia a los mejores, a los más guapos, a quienes gozan de todos los privilegios. Otras, las menos, gana el que más trabajó. Eso fue lo que sucedió esta tarde en Barranquilla, en una jornada que los peruanos recordaremos para siempre. El protagonista volvió a ser Edison Flores, casado eternamente con la selección, enamorado perenne del gol improbable, épico, salvador.
Perú aguantó. Sobrevivió. Resistió. Esa fue la estrategia de Ricardo Gareca, intentando emular la tensa batalla de la Bombonera de 2017, ante un Messi que, cansado de toparse contra una defensa incólume, tiró la toalla. Sucedió lo mismo en Barranquilla, frente a un equipo mejor, más talentoso, ante jugadores que valen muchos más millones.
Pero Colombia, a la que le cuesta una vida anotar, volvió a sufrir de falta de creatividad. No puede decirse que no buscó el gol por todos los medios, pero tampoco que estuvo demasiado cerca de conseguirlo: cuando faltan las ideas y sobra el empuje, a veces no es suficiente. En ese escenario, aparecieron, como si se jugaran la vida, los Zambrano, los Callens, los López, los Tapia, los Gallese. Apareció el Perú.
Y apareció, sobre todos los nombres, el de Edison Flores. El ‘Orejas‘. El del mítico gol en Quito, en el Nacional ante Uruguay, el de las grandes gestas. En la única acción de peligro que generó Perú, en un contragolpe en el que se corrió más con el corazón que con los pulmones, el zurdo madrugó a Ospina, que quizás estaba frío de tanto mirar el partido sin participar de él, y puso el 1-0.
Fue victoria para Perú, ante una Colombia que siguió empujando con pundonor y sin creatividad. La blanquirroja de Gareca suma así tres de los puntos más importantes de su historia, porque se saca de encima a un rival directo, porque cierra la fecha en el cuarto puesto y lista para recibir a Ecuador en Lima con el ánimo a tope y la esperanza intacta. Si antes decíamos que estaba permitido soñar, hoy lo justo es decir que está prohibido dejar de hacerlo. Qatar está más cerca que nunca.
