Nadie olvidará jamás la noche en la que el Barça de Messi fue eliminado de la Champions en Roma malgastando un 4-1 de la ida. El 3-0 en el Olímpico forma parte ya de la historia negra del equipo azulgrana en la Champions League.
Fue el Barça de París y de Turín, ese equipo superado, frío, desconectado, hasta apático, huérfano de todas las señas de identidad del Barça de Valverde,desconocido en el Olímpico. Ningún jugador estuvo cerca de su nivel, salvo Ter Stegen, que encajó tres goles por primera vez esta temporada después de la Supercopa. Seguramente, el mayor ridículo de la historia culé en Champions. Un varapalo que costará tiempo de encajar en Can Barça.
Fue un volcán la Roma, de principio a fin, creyentes de una remontada que merecieron. Los de Di Francesco protagonizaron un partido conmovedor, ahogando al Barça, desarbolándolo, sin conceder casi ocasiones al equipo de Messi y Suárez, presionando arriba, ganando cada balón dividido, anulando a los azulgranas y sometiendo el sistema defensivo azulgrana, que ha perdido toda fiabilidad.
Edin Dzeko firmó seguramente el mejor partido de su carrera. Fue un constante dolor de cabeza para Piqué y Umtiti. Marcó un gol, abriendo el camino de la remontada, provocó el penalti del 2-0 y no dejó de ofrecerse, correr y martillear a la defensa azulgrana. Mucho mérito del hundimiento azulgrana es suyo.
Apostó Valverde por el que hasta esta noche parecía ser su once titular, con Sergi Roberto por delante de Semedo y Dembélé, otra vez, en el banquillo. La apuesta no funcionó. Todo lo contrario. Además, lo que queda claro es que el francés, tras su buen partido contra el Chelsea, es más suplente que titular.
Juan Jesus protagonizó la acción más dura del partido cuando impactó por detrás con su pie izquierdo sobre la zurda de Messi, que se revolcó dolorido en el suelo. El colegiado mostró amarilla al central, que se marcho de la jugada con una media sonrisa.